Cada 3 de diciembre se celebra el Día internacional del cine 3-D, y vamos a hacer un repaso a esta técnica a lo largo de la Historia del Cine, y sus distintas etapas para conseguir una experiencia más allá del visionado de una película.
Cuando se empieza a indagar en los comienzos del cine, hay un dicho que se viene a la mente cuando una innovación, género o estilo narrativo se pone de actualidad: Ya está todo inventado desde el comienzo del cine. Y la técnica 3-D también se ciñe a este dicho.
Las cámaras de cine de principios de siglo XX no tenían la tecnología de las que sí tienen las actuales, pero los técnicos cinematográficos quisieron introducir la técnica de las 3 dimensiones a esas cámaras, y esta rústica tecnología estuvo hasta principios de siglo XXI.
Desde 1890 se estaban probando diferentes maneras de conseguir el efecto tridimensional, y en 1923 se estrena una película, The power of love (1923, Harry K. Fairal), utilizando una triple proyección a partir de dos películas de celuloide, separando la imagen mediante los colores azul y rojo, donde cada ojo captaba un color mediante unas gafas con cristales rojo y verde. Colores característicos del cine 3-D en los años 80. La cinta fue un fracaso pero se quiso ahondar más en la técnica, solo que el Crack del 29 paralizó toda investigación.
En 1944 hubo un primer auge serio del cine 3-D. La Metro Goldwyn-Mayer estrenó varios cortos con efecto tridimensional; Louis Lumiére, uno de los dos hermanos creadores del Cinematógrafo, reestrenó la película Llegada del tren utilizando la cámara estereocópica; incluso la Alemania nazi presentó películas utilizando las tres dimensiones.
Lo que le faltaba a esta técnica era el color que llegó con la introducción de filtros polarizadores creados por Polaroid, ya que con este filtro se podía revelar la película sin tener que separar los colores y se cambiaron las gafas de dos colores por otras que captaban toda la gama. El inconveniente es que se tenía que utilizar dos proyectores simultáneamente, con lo que podía incurrir en desincronización, además de una pantalla especial para que se mantuviera dicha polarización. La película que mejor supo utilizar esta tecnología fue La casa de cera (1953, Andre de Toht), cinta de terror protagonizada por Vincent Price.
La técnica languideció hasta mediados de los 60, donde apareció el Space vision 3D, que imprimía dos imágenes superpuestas en una sola tira de película, con lo que solo se utilizaba un único proyector. A esta tecnología se le unió en 1970 la marca Stereo-Vision, que consiguió eliminar la desincronización. El cine en 3D se mantuvo estático, sin innovaciones, hasta el cambio de milenio.
Desde el año 2006 James Cameron estuvo investigando la manera de rodar directamente en 3D, sin tener que hacer demasiados cambios en laboratorio. Fue una inversión de dinero bastante importante, porque las salas de cine tuvieron que sustituir las pantallas y proyectores por otras totalmente digitales que pudieran hacer posible la visión de la película. Se dejaron atrás las gafas de colores y se implantaron otras nuevas polarizadas.
Fue un auténtico boom que estuvo en lo alto durante casi una década, siendo Avatar (2009, James Cameron) el buque insignia de esta nueva manera de rodar en tres dimensiones, logrando que se hicieran innovaciones en el mercado doméstico, lanzando televisiones y reproductores con esta tecnología.
El 3-D ha estado desde que el cine es cine, con picos de popularidad. Y de una gran importancia, como demuestra que tenga su propio día de reconocimiento.
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