El Fundación Cajasol Andalucía roza la hazaña ante Avarca de Menorca en un duelo de desconexiones y destellos

Un pulso de alta tensión en la isla

La visita a Menorca dejó una sensación extraña: ese vértigo que queda cuando el resultado no refleja del todo lo vivido. El Fundación Cajasol Andalucía cayó 3-1 ante el Avarca de Menorca, pero el partido se decidió en márgenes mínimos, puntos de inflexión, bolas de set salvadas y otras que volaron entre los dedos. Fue un encuentro que tuvo ritmo de final en algunos tramos y aroma de oportunidad perdida en otros.

El inicio fue lo que se esperaba: dos equipos que se conocen bien, tanteando con respeto pero sin miedo. Las nazarenas, con Maguilaura Frías muy presente en ataque, tomaron una leve ventaja (9-11) que pronto se diluyó. A Menorca le bastó con un par de saques bien dirigidos y la presión del público para voltear el marcador. Thomsen trató de mantener vivo el pulso, pero el primer set cayó del lado local con claridad en el tramo final: 25-21.

Donde estuvo el primer gran quiebre emocional fue en el segundo set. A contracorriente desde el arranque, el conjunto andaluz fue encajando puntos hasta llegar a un 20-15 que parecía definitivo. Pero entonces apareció el carácter. Louise Sansó se multiplicó en la red y la defensa se hizo dura. Se salvaron hasta cuatro bolas de set y se tuvo una propia. El voleibol brilló en esos puntos tensos, y aunque acabó imponiéndose Menorca, el gesto competitivo del Cajasol dejó huella.

Lejos de venirse abajo, las visitantes firmaron su mejor parcial en el tercero. Emery Herman repartió juego con inteligencia y hasta se animó a puntuar en momentos clave. El 8-14 fue una declaración de intenciones. A pesar de una nueva desconexión que casi arruina el set, el equipo supo cerrar con temple (25-27) y mantenerse con vida. El cuarto set siguió el mismo guion dramático: ventaja amplia (6-12), reacción local, final de infarto. Lucía Prol emergió con dos ataques certeros para forzar la épica, pero Sulser, en el último bloqueo, bajó el telón.

El resultado duele, sí. Pero lo que se vio en pista habla de un equipo capaz de competir de tú a tú, incluso en plazas difíciles. El próximo sábado, el pabellón de Los Montecillos volverá a ser testigo del empuje de un grupo que, aunque cayó en Menorca, dejó claro que está en pie de guerra.