Redacción DHad

Estreno destacado: Fast X

Fast X (2023). Director: Louis Leterrier. Interpretes: Vin Diesel, Michelle Rodríguez, Jason Momoa.

SINOPSIS: Cuando un eco del pasado vuelve para ajustar cuentas a Dominic Toretto y su Familia, este tiene que forjar alianzas poco deseadas para poder vivir en paz.

OPINIÓN: Carreras de coches, acción desenfrenada, secuencias impactantes, frases grandilocuentes, apariciones de estrellas actuales... Si hay algo que caracteriza a la saga encabezada por Vin Diesel, es la exageración y llevar al límite la acción hasta romper la física, rasgo común del cine de acción actual.

Hay que comprender y aceptar el contexto de lo que se ofrece. Aquí no vamos a ver una trama trascendental, donde se cuestiona el sentido de la vida y los conflictos interpersonales de personajes torturados por sus acciones, como suele tener el cine europeo o indie, o quizá sí.

De sentido trágico de la vida no se puede vivir siempre, y disfrutar de estas películas no es demérito, sino saber que todo tiene su tiempo, su lugar y su modo. No se debe comparar ninguna vertiente cinematográfica, sino disfrutar de la gama de opciones. Fast X no va ganar ningún premio en el Festival de Sevilla, ni lo pretende. Pero quien goce con las películas que se proyectan en ese festival también puede pasarlo bien con esta.

Ver este espectáculo en pantalla grande, con un refresco fresco y un cubo lleno de palomitas, es lo que da sentido al cine: entretenimiento durante un par de horas

CURIOSIDADES: A todo gas, "LA" saga de acción del siglo XXI y el inicio del dominio de las IP.

Año 2001. Se estrena en cines una película sobre unos ladrones de piezas de coche y que organizan carreras ilegales y un policía se infiltra para desarticularla. Por el camino, entabla amistad con el líder de la banda y se enamora de la hermana de este. Recauda más doscientos millones de dólares en todo el mundo.

Año 2015. Se estrena la SÉPTIMA parte de la saga. Atrás quedan los robos y las carreras para dar sitio a historias muy en sintonía con la serie El equipo A (1983-1987), donde el grupo se convierte en salvador del mundo, derrotando amenazas globales. Recauda más de mil quinientos millones de dólares. Un motivo de esa mastodóntica cifra está en la triste muerte de Paul Walker, protagonista junto a Vin Diesel de las películas. Pero es que la siguiente también sobrepasó los mil millones, y la novena parte y la película derivada de la saga, Hobbs and Shaw (2019, David Leitch), amasaron más de setecientos millones. Y eso no es casualidad.

Es muy difícil que una saga de pelis consiga que cada entrega recaude más dinero que la anterior, y más complicado todavía que se llegue a la novena entrega y genere tanto beneficio. Se puede comprender con proyectos como trilogías, que suelen estar la trama más planificada y que la tercera sea la que haga la mejor cifra.

Pero que esta serie de películas, cuya primera historia no es más que un remedo de Le llaman Bodhi (1991, Katrhyn Bigelow); dos secuelas que seguían con el tono ligero de carreras ilegales; cerrar con una cuarta que pretendía cerrar la trama y que, para sorpresa de muchos, hizo mucho dinero, dio pie a que se hiciera la quinta película, ambientada en Brasil y con un tono que se mantendría y se excedería cada vez más en secuencias de acción totalmente irreales, como desviar un misil con una mano o que un coche pueda conducirse en el espacio, set-pieces imposibles que gozan de la aceptación del público y que se ha normalizado en el cine de acción que se está haciendo ahora, con John Wick a la cabeza, donde un hombre armado solo con una pistola vence a legiones de sicarios. Ríete tú de aquella locura que fue el ver a dos personas peleando con motos como si fueran espadas en Misión imposible II (2000, John Woo) o Biker boyz (2003, Reggie Rock Bythewood). El sentido del espectáculo reside en carreras arrastrando una enorme caja fuerte o saltar de una vía a otra sobre un puente usando el capó de un coche como colchoneta que absorba el impacto.

Otro detalle que esta franquicia ha puesto sobre la mesa es que se están haciendo películas en lo que lo atractivo no es la trama o los actores, sino el nombre, la propiedad intelectual o IP. Cada vez más se están estrenando películas hablando del nacimiento de tal marca o producto. Así, a bote pronto tenemos estos ejemplos: Air (2023, Ben Affleck), sobre las zapatillas de Michael Jordan; Barbie (2023, Greta Gerwich), sobre la famosa muñeca; Tetris (2023, John S. Baird) o Blackberry (2023, Matt Johnson), sobre el juego y teléfono móvil. Películas de este año sobre productos populares.

Y el último es el resurgimiento de franquicias dadas por muertas. El aire fresco que trajo Fast Five (2011, Justin Lin), con la adición de la antigua superestrella de wrestling The Rock y la dirección de Justin Lin, a mando de la saga desde la tercera entrega, que le dio las señas características y la mitología propia, como esa veneración al concepto de la familia, fue el comienzo del éxito de estas películas. Los estudios se han percatado de que la gente va a ver películas que ya tienen un nombre establecido, de ahí el éxito de los live-action de las películas animadas de Disney; la polarizada pero recaudatoria opinión que se tiene sobre la nueva trilogía de Halloween (2018-2022, David Gordon Green); o los nuevos laureles que tiene la quinta y sexta parte de Scream (2022-2023, Matt Bettinely-Olpin, Tyler Gillet). Es un aspecto también negativo, porque ocurre que muchos títulos originales se queden en el camino.