Se publica en una edición íntegra la historia en la que dos de los grandes iconos marvelitas de nuestro país tomaron las riendas de la Primera Familia.
No existiría el Universo Marvel si no fuera por los Cuatro Fantásticos. Todo aquel que se considere fanático de los cómics de la Casa de las Ideas lo sabe, y es por eso que el grupo ostenta semejante estatus de culto. Quizá no lideren las ventas ni los índices de popularidad, pero llevan desde 1961 marcando estilo.
Son muchos los autores que han pasado por la colección de la Primera Familia, cuyas historias han terminado convirtiendo en leyenda a sendos escritores y dibujantes. Podemos hablar de los mismísimos Stan Lee y Jack Kirby, quienes les dieron forma en un primer número para la eternidad; también de John Byrne, quien les concedió una segunda vida ya entrados los ochenta, e incluso de Chris Claremont, el Patriarca Mutante, quien se ocupó de darles su toque particular durante una breve pero curiosa etapa.
Algo similar puede decirse del nuevo milenio, con autores de la talla de Mark Waid, Jonathan Hickman o el reciente Ryan North a cargo de la colección a través de estas dos últimas décadas. Cada aficionado cuenta con su saga favorita, aunque, como suele ocurrir con narrativas tan longevas, existen ciertos momentos que, pese a su espíritu especial, no se recuerdan con suficiente intensidad.
Corría el año 2000 y Marvel Comics no atravesaba una buena época. Hablamos del periodo en que, debido a una profunda crisis, la editorial tuvo que vender los derechos de sus personajes a diversas productoras para lograr sobrevivir, cosa que acabaría provocando un esplendor cinematográfico sin precedentes. Pero antes de eso, con una Casa de las Ideas que parecía al borde de la bancarrota, cualquier propuesta rompedora era bien recibida.
Uno de los proyectos que intentó revitalizar a los superhéroes marvelitas fue el llamado Heroes Reborn, donde Jim Lee y Rob Liefeld unieron fuerzas para intentar darle una vuelta de tuerca a los principales personajes de la editorial a través de nuevos orígenes y un apartado artístico renovado. Y, aunque estos cómics terminaran ganando más de un adepto con el tiempo, la idea no terminó cosechando los frutos esperados.
Este momento de desesperación editorial fue producto de múltiples propuestas únicas, como los Thunderbolts de Kurt Busiek y Mark Bagley, con su inesperado giro de guion al final de su primer número, o la etapa de los Cuatro Fantásticos de la que toca hablar hoy: al fin y al cabo, Marvel Comics nunca habría puesto a un equipo de españoles a cargo de su cabecera matriz de no haberse encontrado en una tesitura como esta.
Después de la etapa de Chris Claremont a cargo de estos personajes, los lectores parecían deseosos de un retorno al statu quo. Y, aunque no fue precisamente eso lo que el equipo ibérico les concedió, sí que tomaron suficientes elementos de los cómics más emblemáticos de los 4F como para contentar a la recepción. Pues, con influencias como Stan Lee, Jack Kirby y John Byrne, resulta difícil fallar en lo que respecta a estos aventureros cósmicos.
La arriesgada apuesta de Marvel contó en sus filas con Rafael Marín, guionista gaditano que venía de escribir Iberia Inc., una revisión superheroica en clave nacional, así como múltiples ensayos relacionados sobre la editorial de la M roja. Lo acompañó el legendario Carlos Pacheco, que acababa de terminar de ilustrar los doce números de Avengers Forever junto a Kurt Busiek, algo que le ganaría un nombre imborrable dentro de la casa.
Sin embargo, Carlos no solo ilustraría la serie sino que acompañaría a Marín en los guiones, formando un tándem ibérico sin precedentes dentro de Marvel. Aun así, debido a la excesiva carga de trabajo, el dibujante gaditano terminó dejando al mando a otros autores de prestigio como Stuart Immonen o Mark Bagley a medida que la serie avanzaba. Cabe destacar que también los acompañó Jesús Merino, el entintador habitual de Carlos. Desde luego, la editorial nunca volvería a ver a tres gaditanos trabajando en una de sus series estrella.
En un intento de demostrar su amor por la historia del grupo, los españoles tomaron la inolvidable etapa de John Byrne (considerada por muchos la mejor de los 4F) como principal referencia. Esto llegó hasta tal punto que se eligió para el primer número al mismo villano que el británico tomó para iniciar su saga: Diablo. Lo más curioso es que esto va más allá de la simple referencia, pues este villanesco alquimista es de origen español (concretamente de Zaragoza), lo que sirvió como una divertida meta-referencia.
Y es que el espíritu nacional impregnó por completo unos cómics inevitablemente americanos, concediéndoles una narrativa y diálogos que distaban bastante de lo habitual: donde los estadounidenses siempre tratan de endulzar su expresión a través de un excesivo puritanismo verbal, Pacheco y Marín no dudaron en colar más de un taco. Los fondos se llenaron también de guiños que ningún yanqui entendería jamás, con más de un mensaje dedicado a Lopera y el Betis, cortesía de Carlos Pacheco.
Pero no todo fueron risas y cachondeo, pues Marvel no tardó en darse cuenta de esto. Solo hubo que esperar cuatro números para que la editorial sumara a Jeph Loeb al equipo de guionistas, lo cual resultó en una serie firmada por una cantidad atípica de escritores pero que ahora al menos contaba con diálogos algo más adecuados para el público nativo.
Respecto a los argumentos, Pacheco y Marín no solo recuperaron ideas de John Byrne sino que también aportaron cambios visuales en los personajes (a través de la Antorcha Humana y La Cosa) y recuperaron a la nueva hija de Reed y Sue, Valeria Richards, cuya versión futura había debutado previamente en la etapa de Chris Claremont.
Pese a todo, hay que decir que estos cómics no conforman una gran etapa o, al menos, no una de esas que merecen un recuerdo particular. Pese a presentar curiosas historias sobre viajes en el tiempo y universos alternativos, trayendo de vuelta a villanos icónicos de la franquicia y creando a otros nuevos como Abraxas, la falta de rumbo y el desconcierto editorial provocado por el exceso de autores se perciben a lo largo de los casi veinte números que integran la serie.
Es por eso que los Cuatro Fantásticos de Carlos Pacheco y Rafael Marín no son el mejor cómic de acceso a este universo, pero sí una curiosidad imprescindible para todo aquel que ame a estos personajes y desee saber qué ocurriría si cayeran en manos de autores españoles. Quizá no entre dentro de las mejores etapas de la Primera Familia, pero siempre será motivo de orgullo para el innegable talento artístico de nuestro país.
Ficha técnica
Nombre: Los Cuatro Fantásticos de Carlos Pacheco y Rafael Marín
Numeración: Fantastic Four #35-54, Fantastic Four Annual #1 y The Inhumans #1-4.
Editorial: Panini Comics (Marvel)
Precio: 70,00€
Autores: Carlos Pacheco (guion y dibujo), Rafael Marín (guion), Jeph Loeb (guion), Stuart Immonen (dibujo), Mark Bagley (dibujo), Jose Ladrönn (dibujo), Jesús Merino (entintado) et al
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