No es sorpresa para nadie que los cómics han visto notablemente aumentado su valor monetario en los últimos años. El coleccionismo parece haber eclipsado a la propia lectura.
Cualquier aficionado al mundo del tebeo debe haberse dado cuenta que leer y coleccionar ya no es como antes. Al menos no en un sentido individual o logístico, pero sí en lo económico. Y es que, si uno se para a revisar el precio del cómic promedio en tiempos previos a la pandemia, no cabrá en su asombro si, acto seguido, lo compara con el contemporáneo. La subida ha sido considerable, y ni siquiera parece que se haya estabilizado aún: a día de hoy, las editoriales españolas siguen sorprendiéndonos con comunicados que anuncian funestas noticias para el consumidor.
Esto no es novedad, ya que los precios tienden a subir al propio ritmo de la economía, tal como exigen los costes de producción. Sin embargo, el flujo vertiginoso que ha tomado este proceso entra dentro de lo que podría categorizarse como un suceso anormal. Ocurrió tiempo después del 2020, y basta con remontarse a 2021 y 2022 para encontrar notas de actualización como la de Panini Comics. En palabras de la propia editorial, la subida se debe a que la publicidad, el papel y el transporte han subido considerablemente de precio.
Mucho de esto se achacó en su momento a la invasión de Ucrania, que conmocionó social y económicamente a toda Europa. Sin embargo, la vida sigue y esos precios no han hecho más que continuar subiendo: basta con revisar el catálogo de Panini para mayo de 2023, ya que presenta una edición de Lobezno: El viejo Logan a 25 euros, un precio 10 euros superior al que se sacó en 2020. Y recordemos que la línea en que se publica, Marvel Must-Have, es la más económica y accesible de la editorial. Resulta irónico.
El formato Marvel Must-Have surgió en 2020 como una puerta de acceso a nuevos lectores, una colección que publicaría historias icónicas y autoconclusivas, con contenido de contextualización exclusivo y precio accesible para todos los bolsillos. Colocaba además historias imprescindibles en otros puntos de venta, como supermercados y kioscos, acercándose así a un público más general.
Y, aunque sigue siendo así, todo aquello de “económico y accesible” parece haber quedado atrás: el cómic aquí tomado como referencia estaba hasta ese momento publicado también en formato Deluxe, y el Must-Have salía ganando en cuanto a precios. Pero la subida de 2022 los igualó, y la del presente año directamente ha logrado que la puerta de entrada ideal para neófitos sea aún más cara que una edición de lujo descatalogada.
Tampoco sorprende a estas alturas el precio de la grapa, un producto que alguna vez fue el paradigma del medio y ahora parece estar quedando para el arrastre. Y es que la grapa (single issue) surge como un entretenimiento de usar y tirar, algo para distraer a los niños durante un rato. O al menos esa era la intención ochenta años atrás, antes de que el coleccionismo y la especulación hicieran de las suyas.
Ahora la calidad del papel y la portada es superior, también los precios: los números individuales de Panini superan ya los tres euros cuando, hace cuatro años, no llegaban a dos. Algo más contundente ha sido ECC, la editorial que publica los cómics de DC, que, salvo puntuales excepciones, prácticamente ha eliminado la grapa de su catálogo. Parece que el formato por antonomasia ya no es rentable.
Pero ya no hablamos únicamente de subidas de precio indiscriminadas: en la industria española predominan el integral y la edición de lujo, formatos exclusivamente centrados en la estética y el coleccionismo exacerbado. Apenas hay cabida para ediciones económicas, de bolsillo y lectura rápida, más allá de lo que proporciona ECC con sus DC Pocket, o Panini con su línea Young Adults (que, por cierto, está prácticamente abandonada).
Hace años, no era difícil encontrar pequeñas ediciones de bolsillo a disposición del consumidor con pocos recursos. Norma Editorial recopilaba historias icónicas de DC en varios tomos de tapa blanda, mientras que Planeta tenía su Clásicos DC, con libros de tamaño reducido pero contundentes y a buen precio. Lo mismo ocurría con Marvel, cuyos coleccionables, como los de Spiderman y la Patrulla-X, sirvieron de punto de entrada a toda una generación de lectores.
Pero, en pleno 2024, si alguien con escaso presupuesto quiere leer los Los Cuatro Fantásticos de Carlos Pacheco y Rafael Marín, se encontrará con que la única edición disponible es un integral de 70 euros. Si alguien anda buscando la icónica Tierra X, se sentirá decepcionado al descubrir sus 90 euros de precio y 3 kilos de peso. Si algún fanático de Javier Rodríguez se interesa por el nuevo Superman: la Orden de la Lámpara Negra, se llevará las manos a la cabeza al ver que el precio de sus escasas cuarenta páginas alcanza los 14 euros.
Ese es el mercado que tenemos en España, donde las sucesivas crisis de producción se dan la mano con la ambición insaciable de unas editoriales estancadas en el pasado. Editoriales que, al mirar a su público, no encuentran más que hordas de nostálgicos dispuestos a pagar lo que haga falta por volver a leer las historias de su infancia. Editoriales que ignoran la preferencia del manga por parte del público joven, ese mismo al que han abandonado para seguir alimentando una burbuja que estallará más pronto que tarde.
Commentaires