Esta semana, tenía una comida con un amigo dueño de una pequeña empresa, y me hizo una revelación importante: "Luis, he decidido prepararme unas oposiciones". Lo más curioso de todo, es que ni me generó sorpresa, ni siquiera me pareció una mala idea.
Recuerdo cuando yo comencé en el ámbito profesional adulto (porque yo desde los 11 años ya generaba dinero, pero esa es una curiosidad que dejaremos para otro día), como mi mejor amigo estaba tomando el camino de ser funcionario, y yo, de entrar en la empresa privada. En aquel momento, esas dos opciones eran adecuadas y cada una tenía sus pros y contras. De aquella conversación, de hace ya un cuarto de siglo (ufff.. ¡como pasa el tiempo!), podríamos hacer el siguiente resumen: En la empresa pública tenías seguridad para toda la vida, aunque los salarios no eran tan buenos como en la empresa privada, mientras que en la empresa privada los sacrificios que se te pedían eran mayores, había más riesgo, pero el salario era razonablemente mayor, a poco que tuvieras un poco de suerte o capacidad para acceder a una buena empresa.
Cuando el desequilibrio destroza una de las opciones
Por desgracia, esa conversación hoy no podría darse en esos términos. Hoy en día, al menos en el mercado español, y más aún en el de Andalucía, Sevilla, o Dos Hermanas, resulta que un pueblo en la administración pública no sólo sigue siendo mas estable, sino que se ha degradado tanto el sector privado, que en la mayoría de los casos la retribución es también mas beneficiosa, tiene mejor calidad de vida, está muy bien definido el escalado de crecimiento de salarios, la cotización es muy buena... es decir, ahora mismo la administración pública gana por goleada.
Por eso, retomando el principio de este artículo, cuando mi amigo empresario me dijo que quería tratar de acceder al sector público, ni me sorprendió ni me pareció mal. Si una persona, como es su caso, tiene formación, tiene ganas y capacidad para preparar las oposiciones, y ve que el beneficio que puede aportarle es mayor que el coste de tiempo y esfuerzo, ¿cómo no va a probar?
Ser autónomo, o empresario, siempre fue una alternativa arriesgada. Pero aparte de ser una salida para las personas que tenían otras inquietudes a las de estar en un cubículo durante 8 horas haciendo lo mismo prácticamente toda tu vida laboral, cómo es el caso de los funcionarios, aparte es que ofrecía unas expectativas de ganar dinero muy superiores. Muchos de nosotros, como autónomos o empresarios, siempre hemos fantaseado con la idea de crear algo grande, que nos reporte una buena cantidad de dinero (mientras disfrutamos de hacer algo que nos encanta), y hasta poder retirarnos bien y sin la necesidad de la ansiada jubilación pública. Ahora, las regulaciones y la presión tributaria, principalmente, están haciendo que en un contexto cada vez más competitivo, sea casi una quimera llevar a cabo esas ilusiones iniciales.
Una dinámica que no tiene visos de cambiar.
¿Cuál es el problema? Pues si cada día engorda más esa empresa gigante que es el estado, si tenemos en cuenta que esa empresa cada vez tiene más empleados públicos, más beneficiarios de sus políticas sociales, y gestores peores (solo hay que ver como se endeuda más y más, como decíamos en este artículo: https://www.doshermanasaldia.com/post/las-deudas-cuando-la-solucion-se-convierte-en-el-problema, y que trata de financiarse con lo que saca de impuestos a aquellos que están fuera de esa empresa (empleados, empresarios, autónomos), pues no hay que ser muy inteligente para entender que cada vez presiona más y más a las personas y empresas que están en el sector privado. Y las que lo sufren no son las grandes corporaciones, que además saben distribuir entre la globalidad de los diferentes países sus ganancias para minimizar el pago de impuestos, sino que lo sufren las pequeñas empresas locales, los autónomos, etc.
Ahora, tu turno: HERRAMIENTA: ¿Cuál es tu situación? ¿Cómo puedo sobrevivir a esta corriente de presión tributaria y fiscal del estado?
Esta vez la herramienta no pretende más que hacerte reflexionar. Como dice un viejo aforismo: "Si no estás bien donde te encuentras, cambia de lugar, no eres un árbol". En el mundo de los negocios, la empresa, el dinero, el análisis y el pragmatismo deben estar siempre presentes.
¿Te compensa tu situación actual como empleado/empresario?
¿Eres de los pocos profesionales de la administración que le gustaría algo diferente?
¿Tu empresa con el paso del tiempo cada vez te deja menos beneficios a final de año?
¿Llevas incluso tiempo aumentando las deudas de la empresa o de tu negocio para no terminar cerrándolo?
Estas preguntas son fundamentales, también sus respuestas. Un plan de acción realista que además valore las opciones legales para que nuestra tributación sea la mínima posible, totalmente imprescindible. Si no, acabaremos todos haciendo oposiciones. Y mientras, ¿quién será el valiente que aporte a todo ese mastodonte público?... Veremos.
¿Merece la pena ser empresario? - ¿Seguimos hablando del tema?
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¿Merece la pena ser empresario?
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