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Julián Garrido: “Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros”


Una entrevista de Paco Gil

Fotografías de Raúl Díaz

Entrevistas en ‘primera persona’


Julián Garrido hizo de la necesidad, virtud, cuando recién llegado a Dos Hermanas para casarse con su inseparable esposa, Ángeles Ayala, allá por la década de los 70 del siglo pasado, encontró en la profesión de churrero su modo de vida, llegando a crear con su propio nombre, ‘Julián’, una marca que hoy es conocida por todos en esta ciudad nazarena.


Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros

Julián Garrido Álvarez nació en el año 1948 en el municipio malagueño de Arriate, donde su padre, trabajador de una panadería, se decidió a abrir una churrería, a la que puso de nombre ‘Garrido’, por la que fueron pasando uno tras otro los ocho hijos que tuvo, entre ellos Julián, el menor de todos.


Por eso, cuando se casó con Ángeles en Dos Hermanas y vio que los distintos oficios que le fueron saliendo ninguno acababa de cuajar, decidió hacerle caso a un vecino de la barriada de San José, donde vivía, quien un buen día le dijo: “Julián, ¿tú no eres churrero? ¿Por qué no pones una churrería, que por aquí no hay ninguna?” Y así lo hizo. Abrió su primera churrería en la calle Real Utrera, a la que él siempre se refiere como ‘mi casa’, que pronto se convirtió en una institución,, y cuando sus dos hijos, Alberto y Enrique, también churreros como él, tuvieron edad, pusieron otro puesto en el interior del Mercado de Abastos, que acabaron dejando hace algo más de dos años para establecerse en la céntrica calle Romera, donde hoy siguen con la tradición familiar de ofrecer a su fiel clientela los mejores churros que se pueden comer en Dos Hermanas, además del buen pescaíto frito que, especialmente en los meses de la primavera y el verano nazareno, sirven por las noches.

“Julián, ¿tú no eres churrero? ¿Por qué no pones una churrería, que por aquí no hay ninguna?”

Con motivo de la charla que ‘Dos Hermanas al Día’ ha mantenido recientemente con ‘Julián’, éste, como persona que parecía acostumbrada a contar a unos y a otros su vida de churrero, fue narrando de corrido todo en torno a su vida y a la profesión que le ha hecho famoso en Dos Hermanas. Con el siguiente resultado:


Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros

“Mis padres fueron churreros. Mi padre había sido primero panadero, pero como la noche era muy mala, porque se trabajaba mucho y en una época además en la que todo se hacía a mano, se decidió a hacer churros. Claro, él sabía mucho de masas, y es que no había más remedio porque tenía ocho hijos y había que ayudar porque con el duro que ganaba como panadero no había bastante. Todo esto fue poco antes de que yo naciera, y la verdad es que le fue bien con los churros, profesión que luego aprendimos todos sus hijos.”


“Mi padre había sido primero panadero, pero como la noche era muy mala, se decidió a hacer churros”

“Recuerdo que cuando me casé, me vine a Dos Hermanas, que era donde vivía mi mujer. En un primer momento encontré trabajo en Cerámicas Bellavista, pero como antes del año allí me dejaron parado, no tuve más remedio que empezar a buscarme la vida, hasta que un día un vecino del barrio me dijo:


- “Julián, ¿tú no eres churrero? ¿Por qué no pones una churrería, que por aquí no hay ninguna?”


“Y la verdad es que me dio la idea. Al poco tiempo, por un tío de mi mujer nos enteramos de que en la calle Real Utrera habían puesto un bar en alquiler, y lo cogimos. Mi padre me prestó un perol, cinco kilos de harina y cinco litros de aceite, y así empezamos mi mujer, que ya por entonces se encontraba embarazada de nuestro primer hijo, y yo. Recuerdo que poco después fuimos a ‘Casa Alfonso’, en Sevilla, donde se vendían chismes de todo tipo, quien al vernos nos preguntó qué queríamos, y mi mujer le respondió:


- “Queremos todo para hacer churros”.


- “¿Todo qué quiere decir?”, le preguntó.


- “Pues todo, porque no tenemos nada”.


- “¿Y esto cómo va a ser?”, volvió a preguntar Alfonso.


- “Dinero no tenemos, mire usted”, dijo mi mujer, “pero pagar, se lo pagamos seguro”.


Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros

“Mi padre me prestó un perol, cinco kilos de harina y cinco litros de aceite, y así empezamos mi mujer y yo”


“Nos trajimos entonces de allí un perol, la máquina de churros, el amasador, que todavía los tenemos, y nos pusimos en marcha. Yo por entonces hacía los churros como me enseñó mi padre en el pueblo. Y cada vez que conseguíamos juntar quinientas pesetas, íbamos de nuevo a Alfonso y comprábamos otros utensilios. Y la verdad es que con Alfonso y con su mujer acabamos creando una amistad grande, porque resulta que ellos empezaron sin nada, igual que nosotros. Y ya conforme mis hijos empezaron a hacerse más grandes, como no quisieron estudiar, les dije:


- “Pues aquí lo único que hay son los churros”.


“Fue el momento en el que me fui también a un bar que estaba en la calle Antonia Díaz, aunque allí no acabó de ir bien la cosa, pero siempre manteniendo el negocio de la calle Real Utrera, de forma que cuando yo terminaba allí, llegaba a mi casa, donde mi mujer me había preparado las papas, y me ponía a freírlas para repartirlas luego por todos los kioscos de Dos Hermanas en unos paquetitos pequeños. Al poco tiempo me fui en la misma calle Antonia Díaz pero ‘an cá’ Germán, donde tampoco acabó de ir bien la cosa, de forma que decidí dejarlo y volver a mi casa. Y así íbamos tirando hasta que, estando de alcalde Benítez Rufo, una amistad que teníamos le pidió para que nosotros pudiéramos poner un puesto de calentitos en el Mercado de Abastos, que nos acabaron dando. Y allí estuvimos, primero en el viejo Mercado y luego en el nuevo, donde ya nos pusieron nuestro puesto de churros al lado justo de la cantina. Allí estuvieron mis hijos muchos años. Fue además la época en la que en el negocio de la calle Real Utrera empezamos además a poner pollos asados, después de que nos diéramos cuenta de que los calentitos iban menguando. Y, tras esto, comida para llevar. Total, que nos hemos pasado cerca de cincuenta años haciendo pollos y comida para llevar, además de churros, claro. Y así hasta que los niños quisieron cambiar el puesto del Mercado por el bar-cafetería que tienen ahora en la calle Romera”.


“En el Mercado de Abastos estuvimos primero en el viejo y luego en el nuevo, donde ya pusieron nuestro puesto de churros al lado justo de la cantina”

Hasta aquí ese repaso rápido a su vida y obra. Pero, claro, quedaban al margen muchos otros detalles, como, tal vez, el más importante: que Julián y su esposa Teresa han sido muy felices haciendo churros para todos los vecinos de Dos Hermanas, y éstos, por ende, de que ambos los hicieran. De esta forma, la narración tuvo otros añadidos, que dieron como resultado lo que se cuenta a continuación:


Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros

“Mi padre se llamaba Juan Garrido Becerra y mi madre, Teresa Álvarez Sánchez. A la churrería que montaron ellos en mi pueblo, Arriate, le pusieron de nombre ‘Garrido’. Yo soy el más pequeño de sus hijos. Y de todos mis hermanos, ya sólo quedamos con vida mi hermana Teresa y yo. A mi mujer la conocí en Arriate, donde también nació, pero resultó que se fue a vivir a Dos Hermanas con una de sus abuelas, yendo ya sólo por Arriate cuando se celebraba la Cuaresma, y es que en nuestro pueblo a partir de ese momento se hacía lo que se conoce como ‘Partir la Vieja’, una fiesta que consiste en comer toda la chacina que se quiera y que no se pudo consumir durante la Cuaresma. Entonces, resulta que un día estábamos en un baile y entró ella. Me la presentaron, estuvimos charlando, ella se volvió a Dos Hermanas, y fue a partir de entonces cuando empezamos a escribirnos, hasta que, cuando ya nos hicimos novios, yo empecé a venir por Dos Hermanas a verla. Con la churrería que tenía mi padre en Arriate, la verdad es que se ganaba muy poco, de forma que mis hermanas mayores tuvieron que colocarse en un fábrica para ayudar en la economía familiar, mientras que mi hermano mayor se fue a los albañiles”.


“Mi mujer se llama Ángeles Ayala Gómez. Nos casamos en el año 1973. Y tenemos dos hijos, Alberto y Enrique”

“Como digo, yo me vine a Dos Hermanas en el año setenta y algo porque en mi casa de Arriate, pensando en que si me casaba y me venía con mi mujer, la verdad es que no había dinero para una boca más. Mi mujer se llama Ángeles Ayala Gómez. Nos casamos en el año 1973. Y tenemos dos hijos, Alberto y Enrique. La verdad es que cuando me vine a Dos Hermanas, no sabía a qué me iba a dedicar. Yo vine para casarme y ya está. Entonces, claro, tuve que buscarme la vida. De esta forma, durante diecisiete veranos me estuve yendo a Llorens de Mar a trabajar de camarero, dejando sola en Dos Hermanas a mi mujer, hasta que me salió el trabajo en Cerámicas Bellavista, donde no llegué a estar ni un año, y luego ya, cuando me echaron, fue cuando nos decidimos por poner la churrería”.


Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros

“La verdad es que los churros tenían bastante éxito. El sitio en el que estábamos en la calle Real Utrera había sido antes un bar, de forma que tenía una barra grande, y poco después una vecina que tenía un kiosco nos lo acabó traspasando, de manera que empezamos también a vender chuches, helados y hasta revistas, sin dejar los churros, por supuesto, y ya con el tiempo acabamos metiendo los pollos asados, las patatas fritas, el pescaíto frito... En aquella época en Dos Hermanas la verdad es que no había churreros, salvo dos puestos que estaban en la puerta de la Plaza de Abastos, donde también recalamos nosotros más tarde y donde estuvimos hasta que mis hijos se vinieron a la calle Romera, que fue cuando decidimos cerrar la churrería de la calle Real Utrera”.


“Antes, cuando teníamos el bar de mi casa además del puesto del Mercado, mis hijos eran los que se venían a este último sitio, hasta que a eso de las doce, mi Alberto se iba a casa para abrir el bar, mientras que Enrique se quedaba terminando de vender en el Mercado y, luego, limpiándolo todo, y, cuando ya acababa, se iba también para el otro negocio. Era el momento en el que mi mujer y yo ya les teníamos los pollos puestos, la ensaladilla hecha, las papas alioli y demás cosas que hacíamos. La verdad es que nos pasábamos todo el día trabajando. Yo me levantaba a las seis de la mañana, y había noches en las que era la una de la madrugada y estábamos todavía allí, porque había que limpiarlo todo para abrir al siguiente día”.


“Nosotros siempre hemos hecho churros de papa y de rueda, y no te podría decir cuál de los dos ha tenido más éxito”

“Nosotros siempre hemos hecho churros de papa y de rueda, y no te podría decir cuál de los dos ha tenido más éxito porque la verdad es que siempre han tenido muy buena aceptación. Los de rueda son una delicia porque hace ‘crac’ y no lleva masa ninguna, y los de papa son muy crujientes. La verdad es que el tiempo que estuvimos en el Mercado de Abastos nos fue muy bien. En el Mercado empecé yo, pero cuando me dieron tres anginas de pecho y dos infartos, lo tuve que dejar, aunque ahora me encuentro bien. Me cuido, ando todos los días y tomo comida sana sin sal. Y ya mis hijos fueron los que se encargaron del negocio”.


Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros

“Mi mujer, que era la que preparaba la comida para llevar, hacía unas carrillás, paellas o menudos espectaculares. Por entonces la verdad es que no había negocios de ese tipo en Dos Hermanas. Sí había los que vendían pollo, pero tanto tipo de comida para llevar, no, desde luego. Además, hacíamos nuestras tortillas, que eran un exitazo. Recuerdo años de la Romería de Valme en los que llegamos a hacer cuatrocientas tortillas. Y, claro, desde que cerramos el negocio de Real Utrera, hay mucha gente que nos echa mucho de menos. Allí teníamos cuatro freidoras nada más para el pescado frito, y otras dos sólo para freír patatas para las tortillas. Y ahora, en la calle Romera, mis hijos siguen poniendo pescaíto frito todos los días con lo que haya entrado ese día en la Plaza de Abastos. Y ya los fines de semana ponen además las cigalitas, las gambas, los langostinos…”


“Lo que está claro es que los churros no pasan de moda. Nosotros llevamos toda la vida vendiendo churros, y mis hijos son los que siguen ahora”

“Lo que está claro es que los churros no pasan de moda. Nosotros llevamos toda la vida vendiendo churros, y mis hijos son los que siguen ahora. De todas maneras, yo creo que en Dos Hermanas la gente come churros como capricho. Aquí se dice un día: “Vamos a comer calentitos”, mientras que en Arriate, por ejemplo, la gente los comía todos los días. Aunque lo bueno de Dos Hermanas es que es muy grande y hay mucha gente”.


Yo me siento muy orgulloso de que en Dos Hermanas mi nombre se asocie a los churros

“La elaboración del churro la verdad es que no tiene nada especial, tan sólo ponerle el cariño que siempre le hemos puesto y nuestras manos, porque mis hijos siguen haciendo la masa a mano. Y es que en las churrerías que cuentan con maquinaria, se podrá ver que los churros que tienen son gordos y que por dentro están amazacotados, mientras que los nuestros son de tamaño más normal y, además, no llevan masa por dentro. No es por presumir, pero los nuestros son una delicia comerlos”.


“Los churros han sido toda mi vida. Yo he sido feliz con esta profesión. Y si volviera a nacer otra vez, seguro que sería de nuevo churrero. Lo que también es verdad, algo que para mí es un orgullo, es que el nombre de ‘Julián’ se ha asociado en Dos Hermanas a los churros. Y es que a todo el mundo le gusta. Yo me siento muy orgulloso de que mi nombre se asocie a los churros, y, por donde voy pasando, siempre me va saludando”.

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